Compañeros de viaje

giraffe

Desde que el médico le dijo que tenía problemas de colesterol y debía andar varias horas al día, la tía Martina se levanta al amanecer y sale dar largos paseos. En el camino le gusta ir mordisqueando las hojas de los cipreses y los castaños, que son sus favoritas. Un día acabó tan cansada que decidió coger el metro para volver a casa, pero para poder entrar en el vagón tuvo que retorcer tanto el cuello que llegó a casa dolorida. Este mundo está pensado para la gente bajita. Si mides quince metros de altura, todo son complicaciones. Nunca olvidará aquellas vacaciones en Benidorm en las que tenía que entrar al apartamento arrastrándose por el suelo.

Ahora la suerte de la tía Martina ha cambiado. Hay unos autobuses turísticos fantásticos, de dos plantas, con la planta superior destapada, en la cual puede viajar cómoda al terminar sus largos paseos. Desde allí puede ver las azoteas de Madrid, las estatuas colocadas sobre muchos de los edificios del centro de la ciudad, las chimeneas echando humo en invierno. Toda la ciudad está a sus pies y por primera vez siente que encaja este mundo.

"La tía Martina"
Acuarela sobre papel
50 x 70 cm

Puffin

"Frailecillo"
Acuarela sobre papel
30x42 cm
2019

flamingos

"Reunión de amigas"
Acuarela sobre lienzo
70x50 cm
2019

toucan

"Tucán volador"
Acuarela sobre lienzo
70x50 cm
2019

Rinho

"Rino"
Acrílico sobre lienzo
60x60 cm
2018

Ostrich

En el barrio todo el mundo la llamaba Doña Clotilde. Llegó un verano, procedente de Australia, y se instaló en una buhardilla. Bajaba las escaleras dando zancadas y armando un alboroto tremendo, pero en el vecindario se acostumbraron en seguida. Por las noches salía al tejado y se quedaba absorta mirando al infinito. Los vecinos decían que se comunicaba con sus parientes australianos a través de las estrellas.

"Doña Clotilde"
Acrílico sobre lienzo
146x97 cm
2018

tiger

"Tigre"
Acrílico sobre lienzo
60x60 cm
2018

Hippo

Doña Paquita vive en un piso bajo. Subir escaleras no es su fuerte. En su casa no necesita pasar el aspirador. De sus orificios nasales salen tales corrientes de aire que le permiten limpiar la casa en un periquete. Para planchar la ropa se deja caer un instante sobre cada prenda y las arrugas desaparecen.
Doña Paquita nunca se casó. Hay que tener bemoles, dice, para cuando llegan los calores aguantar a un hipopótamo al lado de una todo el santo día. Vive sola, tranquila y feliz.
Ahora se ha apuntado a la universidad para adultos. Quiere ser astronauta. Desde pequeña siente fascinación por los anillos de Saturno y dice que no quiere morirse sin visitarlos.

"Doña Paquita"
Acrílico sobre lienzo
60x60 cm
2018