Concha Carretero

 

Concha Carretero
Concha Carretero

Concha Carretero Sanz (Barcelona, 1918)

Nace en Barcelona. A los dos años, se marcha a Madrid, donde se cría con sus abuelos hasta los 9 años. Su infancia resulta especialmente dura. Su padre aparece muerto en la calle y en lugar de ser enterrado, su cuerpo es vendido en pedazos a estudiantes de medicina. Su hermano Pepe pasa a ser cabeza de familia. Su madre, Gregoria Sanz, trabaja en una portería y, un día, limpiando el foso del ascensor, se le cae éste encima causándole el desprendimiento de un riñón y cayendo gravemente enferma. Con diez años se coloca en una camisería como aprendiz. Más tarde, trabaja en una churrería, en un taller de costura, en el Hospital del Niño Jesús y en la portería de su madre, ayudándola.

Entra en el grupo de teatro “Los Matutanes”, dentro de la asociación cultural “Salud y cultura”, que recauda fondos para vecinos necesitados. Se convierte en la actriz protagonista de los montajes del grupo. Entre los papeles que interpreta en esa época, destaca el de Casilda en “Las doce en punto”, de Carlos Arniches, con el que recibe muy buenas críticas. Tras el éxito obtenido recibe una propuesta para hacer una gira con otra compañía de teatro más importante. Su hermano no le permite aceptar el empleo y ahí termina su carrera de actriz.

Se afilia a las MAOC (Milicias Antifascistas Obreras y Campesinas) y, al disolverse estas, pasa a formar parte de las Juventudes Comunistas, que en 1936 se unen a las Socialistas formando las JSU (Juventudes Socialistas Unificadas).

En julio de 1936, Concha trabaja en una camisería haciendo ojales. Al producirse la sublevación fascista, las mujeres de las JSU crean espontáneamente comités de ayuda a milicianos y soldados republicanos, y Concha organiza talleres de costura en el convento de las Pastoras, donde se empiezan a fabricar prendas de todo tipo para el ejército republicano. Se hace responsable de la sección de jerseys, con cien mujeres a su cargo, que trabajan todas sin cobrar. En 1937 pasa a encargarse de dirigir un grupo de pioneros (niños cuyos padres estaban en el frente), que llega a contar con más de mil niños. Allí les acogen y organizan actividades para ellos. Entra a trabajar en la fábrica de Guerra y Experiencias Industriales, como tornera, haciendo estopines de artillería.

Permanece en Madrid los tres años de guerra. En Marzo de 1939, tras el golpe de estado de Casado, acude a la sede de las JSU con la intención de destruir los archivos que pudieran comprometer a sus compañeros, pero es detenida y llevada a los Salesianos y posteriormente a la prisión de Ventas. Sale en libertad el 27 de marzo de 1939, justo antes de que las tropas fascistas entren en Madrid.

Concha participa en la organización de un grupo clandestino perteneciente al sector norte de la JSU. Ella actúa como enlace con el PCE. En julio de 1939, es detenida en una reunión clandestina de la JSU y llevada a la comisaría de la Carrera de San Jerónimo. Allí la interrogan dándole puñetazos, golpes con vergajos, corrientes eléctricas y placas calientes durante 24 horas hasta que queda inconsciente, tumbada sobre una mesa de mármol. Al despertar es obligada a limpiar la sangre de sus camaradas, que han sido torturados en las celdas contiguas.

El 4 de agosto es trasladada a la cárcel de Ventas. Esa misma noche se produce la saca en la que son fusiladas las Trece Rosas. Concha llega en muy mal estado a causa de las torturas sufridas. Pasa dos días casi sin conocimiento, cuidada por sus compañeras. Concha recupera el conocimiento el día 6 de agosto y se entera del fusilamiento de las trece rosas. Es trasladada al departamento de menores de Ventas.

Durante su estancia en la cárcel de Ventas, Concha hace paños de ganchillo para entregárselos a su madre y que esta los venda y pueda comer. En Ventas, Concha es apodada “Madame Cibeles”, y se convierte en el apoyo moral de las presas. Cuando alguna presa está baja de ánimos, necesitada de cariño y comprensión, ella acude a visitarla con su desparpajo y consigue así mantener vivo el ánimo de sus compañeras.

A finales de 1940, es puesta en libertad pero es delatada. La policía presiona e intimida a su madre Gregoria y, para evitarlo, Concha se entrega el 17 de enero de 1941 en la comisaría de Fernanflor. Entonces es golpeada y encerrada desnuda en una celda fría y húmeda donde pasa la noche. Concha hace ejercicio físico para entrar en calor. Es regada con agua cuatro veces y golpeada repetidas veces. En mitad de la madrugada sufre un simulacro de fusilamiento. Es transportada en un coche hasta la tapia del cementerio del Este, la bajan del coche totalmente desnuda, le muestran con linternas las marcas de los disparos en el muro que han dejado los fusilamientos de sus compañeros y le dicen que pronto habría uno más: el suyo. Es trasladada a la Galería de penadas de Ventas, donde permanece incomunicada durante varios días y después a una celda de castigo sin agua ni retrete. Allí contrae una enfermedad en un ojo que se hará crónica y la acompañará de por vida.

En mayo de 1941, es llevada a pasear por Madrid para ver si se encuentra con algún compañero y así poder detenerlo. Un mes después, con 23 años recién cumplidos, sale en libertad y encuentra que su madre enferma de un quiste en el pulmón está viviendo en los soportales de la plaza de toros de las Ventas y pidiendo limosna para poder comer. Sus abuelos no la acogen por miedo a represalias, y pasa varios días durmiendo con su madre en la calle. Concha se pone a servir para sacar adelante a su madre. Consigue sacar a sus hermanos de la cárcel a través de un contacto en la casa donde está sirviendo.

En mayo de 1942 se casa con un chico al cual había conocido antes de la guerra y queda embarazada, pero en diciembre de 1942 este es detenido y fusilado. En 1943 marcha a vivir a Toledo con su hija, su madre y sus hermanos durante unos meses. Al año siguiente es juzgada, quedando absuelta de la pena de muerte. En 1946 se coloca en una lechería. Vive con su madre y su hija en una cuadra en el Cerro de la Vaca, donde sólo cabía una cama. Más tarde se casa y tiene cinco hijos.

En 2010 vive en Madrid. Sigue siendo una mujer comprometida, defendiendo los mismos ideales de libertad y justicia social.

Fuentes:

  • La lucha es tu vida, de Carlos Fernández Rodríguez (Fundación Domingo Malagón, 2008).
  • Mujeres encarceladas. La prisión de Ventas de la República al franquismo, 1931-1941, de Fernando Hernández Holgado (Marcial Pons, 2003).
  • Entrevista a Concha Carretero, 25 enero 2010.