Rosario Sánchez Mora (Villarejo de Salvanés 1919 - Madrid 2008)
Inmortalizada en el famoso poema de Miguel Hernández, que evoca el accidente por el que perdió la mano mientras fabricaba una bomba en plena guerra, la vida comprometida de “Rosario Dinamitera” condensa mucha más intensidad que la que puedan inspirar unos versos. Con 16 años, marcha de Villajero a la capital, a vivir en casa de unos vecinos del pueblo que se habían trasladado allí, y se afilia a las Juventudes Socialistas Unificadas.
Al estallar la guerra el 19 de julio de 1936, con 17 años, se alista rápidamente para defender la causa republicana y parte hacia el frente de Somosierra, para defender el embalse de Lozoya, asediado por las tropas del general Mola. Al mes y medio, es destinada a la sección de dinamiteros, donde el 15 de septiembre, haciendo entrenamientos con cartuchos de dinamita, sufre el mencionado accidente con el que pierde la mano derecha.
Cuando se recupera, trabaja en el Comité de Agitación y Propaganda, y posteriormente como encargada de la centralita del Estado Mayor Republicano, donde conoce a Antonio Aparicio, Vicente Aleixandre y al propio Miguel Hernández. No será la última ocupación que desarrolle durante la contienda, y así, trabaja como superiora de una guardería en Alicante, como cartero oficial en el frente de Brunete –donde lleva la correspondencia a los soldados en primera línea de fuego-, en la escuela de cuadros del PCE, y para La Pasionaria, en la oficina que ésta había organizado para reclutar mujeres que cubrieran los puestos de trabajo que los hombres dejaban libres cuando marchaban al frente.
En septiembre de 1937 se casa por lo civil con Francisco Burcet, quedando embarazada poco después. Meses después, en abril de 1938, instalada nuevamente en Madrid y con su marido en el frente de Aragón, la España republicana queda partida en dos por el avance de las tropas franquistas por el Mediterráneo. Rosario pierde el contacto con su esposo. En julio de 1938, da a luz a su hija Elena.
Al caer Madrid en manos de los fascistas, el 29 de marzo de 1939, Rosario parte rumbo a Valencia, donde se reúne con su padre. Ambos marchan al puerto de Alicante donde miles de republicanos que esperan ser evacuados, son apresados por las tropas franquistas y llevados al campo de concentración de Los Almendros. Allí es fusilado el padre de Rosario. Ella, tras pasar por el cine Ideal junto a otras mujeres, es encarcelada en la Prisión Provincial de Alicante.
Debido a la imposibilidad de los vencedores de identificar a aquellos que habían tenido responsabilidades en el bando republicano, deciden dejar a algunos presos en libertad en sus ciudades de origen para que los propios vecinos les identifiquen como desafectos al régimen. Así llega Rosario a Madrid y es denunciada por vecinos de su pueblo, donde era conocida como “La Pasionaria de Villarejo”. Es nuevamente detenida y llevada a la prisión de Villarejo, primero, y de Getafe, más tarde.
En septiembre de 1939 es condenada a pena de muerte, que queda luego conmutada en una condena a 30 años de prisión, por el delito de “adhesión a la rebelión”, a pesar de que ella había luchado precisamente contra los rebeldes defendiendo el régimen legal de la República. En octubre, es trasladada a la madrileña cárcel de Ventas, donde pasa tres meses y, a finales de diciembre, marcha a la prisión de Durango. Esta prisión antes era un convento y ahora está gobernada por monjas. Rosario cuenta que la madre Gertrudis y la madre Paz eran las encargadas de buscar por la prisión a las reclusas que iban a ser fusiladas los días que había saca. Un año después, en diciembre de 1940, esta prisión cierra como tal y vuelve a funcionar como convento. Rosario es trasladada entonces a Bilbao, a la prisión de Orúe, donde muchas presas padecen avitaminosis.
En agosto de 1941, es trasladada a la prisión de Saturrarán, otro seminario convertido en prisión, gobernado esta vez por monjas mercedarias (de la orden de Santa María de la Merced) y donde había unas 2000 presas a pesar de tener capacidad para 700. Allí muchas presas morían de tuberculosis o pulmonía. Las presas maestras de profesión se encargaban de la alfabetización de las internas analfabetas.
Tiene que esperar hasta marzo de 1942 para salir de la prisión, con la prohibición de acercarse a menos de 200 Km. de su pueblo y, después de pasar tres meses en León, marcha a Madrid donde recoge a su hija y se instala en casa de Rufina Núñez, compañera de presidio, que militaba en el PC clandestinamente y con la que Rosario empieza a colaborar repartiendo el diario Mundo Obrero.
En 1943, se entera de que su marido, al salir de la cárcel de Barcelona, se había casado con otra mujer y tenía 2 hijos con esta. Franco declaró nulos los matrimonios civiles en junio de 1938 con lo cual el suyo había quedado invalidado. Rosario entabla entonces relación con Domingo, cuñado de Rufina Núñez, con el que tiene otra hija, pero esta relación se rompe a los 2 años.
Comienza entonces a vender tabaco americano de estraperlo en la madrileña plaza de Cibeles, en la esquina con Alcalá, para poder mantener a sus dos hijas. Durante 6 años se dedica a ello, y más tarde consigue hacerse cargo de un estanco en Vallecas, que regentó durante 22 años hasta su jubilación.
Fuentes:
- Rosario Dinamitera: una mujer en el frente, de Carlos Fonseca (Ed. Temas de hoy, 2006).
- Testimonios de mujeres en las cárceles franquistas, de Tomasa Cuevas (Instituto de Estudios Altoaragoneses, 2004).
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